Me encanta este poste indicador.
Me encanta de veras, pero también lo digo con un poco de ironía. Según este
poste, plantado en una tierra amplia de aterciopelada hierba esmeralda,
salpicada de brezo, de tojos, con los dedales púrpuras de la digitalina,
arracimados y meciéndose como campanillas, irguiéndose aquí y allí, puedo ir a cualquier
lugar.
Según el poste, absurdamente
puedo escoger cualquier dirección a izquierda y derecha posicionada desde
cualquier ángulo, en trescientos sesenta grados.
Según ese poste, incluso puedo
alzar el vuelo, con acusada verticalidad o remontando suavemente. Parece ser que indica que el cielo de los
pájaros también es un camino.
A su alrededor existen pistas, ni
vías, ni senderillos, por tenues que sean, clareados por las pisadas.
Parece que dice: Usted está Aquí.
Usted es Libre.
Y, (solo “y” o quizás también “pero y”) no hay camino que seguir.
Como la vida misma.
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