lunes, 9 de enero de 2017

WINTER BLUES


No son  ni las tres de la tarde. 




La luz sesgada, la luz mortecina que es penumbra de contornos borrosos y sombra:

Sombra diluida en los setos espinosos, sombra esparcida por los arcenes, sombra que esponja el aire hasta dejarlo gris:
La sombra se arrebuja por los rincones y entre las ramas desnudas, en los caminos formados de hojas negras y podridas, se arracima en las cercas de madera pasada, en el hierro oxidado, en los tejados comidos de verdín y en el barro congelado, en las macetas llenas de plantas secas, en el conejo reventado por un neumático, en los bancos en los que no se sienta nadie, en las praderas anegadas de agua, en las toallas olvidadas que se descomponen sobre un muro y detrás de las ventanas que no son ventanas porque no dejan pasar ni la luz ni el aire, ya que no se abren jamás.

Porque no es sombra, es la noche agazapada y pegada a todos los lugares, noche que no tiene mucho deseo de descansar y solo finge por un ratito que hay día.

Primero ronda a ras de suelo, después está a la altura de mis rodillas, al poco te lame el pecho y enseguida simplemente se yergue y te pone la mano sobre la cabeza.
Simplemente sale y lo devora todo.

Y no se puede afirmar que sea de noche otra vez, lo que se puede afirmar es que no ha sido de día. Esa medialuz que empaña, que funde y emborrona, no, eso no es día. La luz eléctrica fatiga los ojos y altera los colores y vives bajo ella. De noche. Aunque me acabe de levantar a poner el café, ya se necesita.

Siento deseos de cubrirme la cabeza, ignoro que consuelo es ese, pero yo lo hallo. Me calo la capucha y me siento mejor.


Quizás es que la noche también hace de mi su refugio.





Esto es pillar un Winterblues.
El termino oficial es Seasonal Affective Disorder ( SAD) Supongo que tiene gracia por sus siglas: Triste. Ja. Ja.